Cadena perpetua

A través de la ventana,
vi la luz aparecer,
enmarcada en edificios,
no se pudo detener.

Esperando mi regreso,
presionado me sentí,
fue un momento muy intenso,
que viví yo junto a ti.

Fui corriendo a buscarte,
y al mirarte recordé,
que entre humo de cigarro,
al hombre más hermoso,
un poema había inventado.

Nos miramos, nos besamos,
abrazados descansamos,
asustados, realizados,
de juntos dormir otra vez.

Ya la luz nos calentaba,
dejaba ver nuestra desnudez,
sumergida entre sueños,
tacto y luz daban placer.

Respiré todo de ti,
transpiré encima de ti,
te abracé sin resistir,
besaré tu boca hasta morir.

Memoria orgullosa y retorcida,
se alegra día a día,
con certeza me confiesa,
que en tus ojos, prisionero viviré.

El orgullo ha invadido mi alma,
ya no es posible tener sed,
mi cuerpo no necesita más nada,
distinto a este hermoso ser.

Juntos sin hablarlo una vez,
asumimos el riesgo de perder,
vuelta de hoja a reconocer,
irremediablemente el qué hacer,
enredados ambos sentados en un café,
rápido nos vimos con el corazón del otro en pie.

Y presente siempre en mí estará,
el hermoso y enmarcado amanecer,
cuando envolvió mi rostro al ser,
descubierto por su dorada piel.