Existía hace algún tiempo, un hombre. Un hombre trabajador, con comodidades, con retos, con tareas, con muchas virtudes y algunos defectos. Un hombre contagiado de la alegria de poder levantarse cada día y sentirse comprometido con algo nuevo para hacer, con algo que lo ayudara a vivir, que le diera sabor, alegrias y amarguras y que lo mantuviera en acción. Un hombre como cualquiera de nosotros. Un hombre, un hombre alentado a vivir por sus tareas, por sus deberes, por el deseo de cumplir con todo.
Aquella mañana despertó (su abuela había fallecido unos meses atrás, y él, como recuerdo último, tal vez como amuleto, tal vez con la idea en la cabeza, tomó de ella un recipiente repleto de pastillas para dormir, pensando tal vez, en que algún día iba a querer dormir para siempre, iba a necesitar dormir y no iba a tener sueño), decidido a llevar acabo su propósito para consigo mismo.
Ese día no había nada que hacer, hacia un sol impresionante, quemaba, nublaba la vista con el brillo que se reflejaba a lo largo de los colores que rodeaban la cuadra vista desde su ventana, había mucho silencio, y lo que le hacia desesperar un poco era pensar en que ya todo estaba cumplido. Su lista de deberes estaba completa, ese día, el hombre no debía ya dinero a nadie, tenia plata, tenia bienes propios, tenia pareja, tenia todo lo que generalmente las personas buscan a lo largo de la vida para sino ser del todo felices, al menos estar lo más cerca posible de la felicidad y la comodidad.
Pero no, no era esto lo que queria el hombre, no era esa su necesidad ni su motor de vida, la lucha, de alguna forma, su lucha y su búsqueda había terminado y todo estaba bien. Ahora debía pensar en otra cosa, en si mismo, en su vida, en su blanca y pacífica vida. ¿Qué iba a hacer? Desarrollar la idea que meses atrás al guardar el recipiente con las pastillas había planteado y tenia en espera. Era el momento perfecto, todo estaba tan bien que nadie notaría su ausencia, que nadie se imaginaría de que un hombre así, pudiera ser capaz de hacer algo semejante. Era tan perfecto, que la única posibilidad para ese día era morir.
En su casa respetaban su espacio desde el momento en que él cerraba la puerta, motivo por el cual siempre echaba llave, sabiendo que nadie iba a entrar para sentirse más cómodo, para no tener que pensar en de pronto tener que pararse y tirar la puerta porque alguien sin querer e inescrupulosamente se atreviera a violentar el margen de lo que era su habitación cerrada. Su espacio propio de él.
Se levantó de su cama y salió a comer alguna cosa. Durante las horas siguientes se dedicó a tomar aspirina para que su sangre se volviera agua, para que pudiera descontrolarse y desbordarse como río crecido en época de invierno. Para que nada pudiera controlar el derrame final, para que nada lo hiciera distraer en su viaje al nuevo mundo, al infinito e inerte negro.
Llego la tarde, y la puesta del sol señalaba la hora del acto. El hombre destapó las pastillas para dormir, y en un banquete de tan solo unos pocos minutos fueron devoradas. Delicioso manjar, que ayudaría a que el viaje al fin fuera más cómodo, menos turbio y de concentración mayor. Así alcanzaría a dialogar con sus más ancestrales espíritus y a calmar a sus más ferozes demonios, para que también en su conciencia estuviese todo terminado también.
Fue larga la espera, la noche ya asomaba las primeras caricias de luna en el pavimento y las ventanas de la cuadra. Iluminaba el rostro del hombre que se sentía muy atraido por ella. Pensó en algún momento que por efecto de su sangre aguada que la luna lograba tal efecto sobre su cuerpo, sobre sus ojos. Casi lograban una unidad completa y no notable a los ojos de nadie.
El sueño comenzó a apoderarse luego de una larga espera causada debido a su insomnio letal, pero por fin todo había dado resultado, solo faltaba el paso final. Así que sacó su barbera y de un manotaso y sedado por el sueño, cortó su brazo.
Ha caido el hombre, en su cama, con su brazo en cascada de sangre, dormido. Ha iniciado el hombre su último viaje, su última tarea, así pues, todo estaría pronto cumplido y culminado.
Pero algo sucedió. Llegaba un amigo a casa de él, un amigo al que había cogido mucho aprecio por como trataba a su mamá, y vió que un gato entró por la ventana del cuarto del hombre. Subió angustiado de que el gato fuera a dañar a su amigo, la puerta estaba con llave y entonces se angustió aún más de pensar que estaba dormido y el gato podria dañar sus cosas o dañarlo a él, se apresuró a abrir la puerta.
Una vez abierta vió lo inesperado. Su compañero, tendido en la cama desangrándose. Lo agarró, lo voltió, intentó reanimarlo, lo cargo y lo llevó hasta la clínica en donde esperaron durante tres días su recuperación. ¿Qué sucedió? ¿Por qué no lo había dejado morir?
El hombre al despertar, comprendió que tal vez no todo estaba cumplido, que tendria nuevos retos en la vida, que posiblemente tuviera que separarse de toda su familia para permitirse soñar y ampliar sus horizontes. El hombre volvió a nacer, pero nunca dejo de pensar que cuando todo estuviese listo nuevamente, lo volvería a intentar. Porque ¿quién sino él tenia derecho de decidir sobre su vida?
Hoy agradece la oportunidad que le fue dada de seguir viviendo, agradece a ese gato del infierno que vino por él por que perdió la partida al ser visto por su amigo. Agradece la posibilidad de nuevas oportunidades, aventuras, amores y amistades. Agradece todo lo que ha perdido, lo que tiene, lo que no, y lo que vendrá. Pero solo él sabe que no se dejara coger ventaja de la muerte, sino que también con ese reto cumplirá.
8 comentarios:
Creo que las cosas, al igual que los relojes, tienen un mecanismo establecido para funcionar y para llegar a un final....
Quizas la bateria no se habia terminado aun... quizas la calma temporal que experimentaba no era real... quizas (como diria un budista) esa alma aun tenia muchas cosas para aprender!
Creo que la vida es como un libro y va segmentada en capítulos... quizas esa vida terminada en ese capitulo hubiese sido un pésimo libro, una mala biografía... quizas faltaban paginas por incluir, lineas por agregar, besos ausentes y lejanos para mejorar el entorno...
El futuro toma mucho tiempo en llegar y el pasado se aleja muy de prisa...
Hermoso relato mi dulce amigo, singular, preciso y hermoso.
Saludos desde mi lejana galaxia
SALUDOS
HAIRYBEARS
http://hairybears.blogspot.com/
Green, un relato estremecedor no sólo por la forma en que lo narras, sino por lo que siente el protagonista, que parece adivinarse que no es muy viejo, ya que debe ser horrible llegar al convencimiento de haberlo hecho todo, visto todo y sentido todo. El relato deja claro que no es tan fácil que uno mismo decida cuando es la hora, a la vez que se da cuenta que aún quedan cosas pendientes en la vida.
Saludos
He llorado hoy con tu relato, escribes muy bonito y contagias los sentimientos al que lee.
Felicitaciones, me estoy volviendo adicto a leerte.
Tomi.
Cualquier cosa que diga se quedará corta con lo que siento al leer este relato. sencillamente gracias por hacernos reflexionar una vez más.
wow.... Realmente haces que los sentidos se agudicen con cada palabra... excelente post.
HAAAA y muchas gracias por pegarte la caminadita hasta mi blog es un placer que personas como tu... me comenten.
un abrazo.
Agradecer
no solo es de almas nobles
sino también de seres sabios...
Te bendigo
Isaac
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